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DAVID BOWIE EN ENTREVISTA PARA PLAYBOY

Por: Jafet Gallardo 20 Ene 2020
Presentamos este fragmento de la charla que el legendario Camaleón sostuvo con Cameron Crowe, periodista después convertido en cineasta, en […]
DAVID BOWIE EN ENTREVISTA PARA PLAYBOY

Presentamos este fragmento de la charla que el legendario Camaleón sostuvo con Cameron Crowe, periodista después convertido en cineasta, en septiembre de 1976. Con The next day, el nuevo disco de Bowie en el mercado, ¡ésta es una pieza histórica!

 

DAVID BOWIE EN ENTREVISTA PARA PLAYBOY 0

Fotografía por: ANDY KENT

 

Por CAMERON CROWE 

David Bowie ha cambiado los géneros musicales casi tan seguido como ha cambiado su imagen y su sexualidad. Su nombre verdadero es David Jones, actualmente tiene 66 años y aún está haciendo música (su nuevo álbum, The next Day, es el primero en los últimos diez años). Tenía 29 años cuando hizo la Entrevista Playboy con Cameron Crowe, el periodista de rock que después escribiría y dirigiría películas como Jerry Maguire y Casi famosos. Sucedió en 1976, un año después de que la estrella anunciara que dejaría el rock. “Terminé de rockear”, dijo. “Es un aburrido callejón sin salida. Lo último que quiero ser es un pinche cantante de rock inútil.”

 

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Playboy: Empecemos por un asunto que siempre pareces eludir con tus respuestas: ¿Cuánto de tu bisexualidad es un hecho y cuánto es un truco?

Bowie: Es verdad. Soy bisexual. Pero no puedo negar que he usado ese hecho muy bien. Supongo que es la mejor cosa que me ha pasado. Y la más extraña también.

 

 

Playboy: ¿Por qué dices que es la mejor cosa que te ha pasado?

Bowie: Bueno, por una cosa. Las chicas siempre imaginan que he guardado mi virginidad heterosexual por alguna razón. Así que he tenido a estas chicas tratando de llevarme otra vez al otro lado: “Vamos, David, no es tan malo. Te voy a enseñar.” O mejor todavía: “Te vamos a enseñar”. Siempre me hago el tonto. Por otra parte –estoy seguro de que quieres saber de la otra parte también– cuando tenía 14, el sexo de repente se convirtió lo más importante para mí. En realidad no importaba con qué o con quién era, mientras fuera una experiencia sexual. Así fuera un niño bonito en el salón de alguna escuela u otro que me llevaba a casa y al que me cogía esmeradamente arriba, en mi cama. Y eso era. Mi primer pensamiento era: bueno, si alguna vez me meten en la cárcel, ya sé cómo hacer felices a las personas.

 

 

Playboy: Algo que no dejaría muy tranquilos a tus compañeros de celda heterosexuales.

Bowie: Siempre he sido muy chauvinista, incluso en mis días de obsesión con los chicos. Pero siempre fui un caballero. Siempre traté a mis chicos como si fueran damas de verdad. Siempre los acompañaba a casa y, de hecho, supongo que si fuera mucho más viejo –si tuviera 40 o 50– sería el viejito rico perfecto de alguna loquita de Kensington. Tendría un amo de llaves llamado Richard para ordenar la casa.

 

 

 

 

Playboy: ¿Cuántas de esas cosas podemos creerte? Tu antigua publicista, la celebrada ex groupie Cherry Vanilla, dice que durmió contigo y que no eres para nada gay. Dice que tú sólo dejas a la gente pensar que te gustan los hombres.

Bowie: Me encantaría conocer al impostor del que está hablando. Seguro no soy yo. De hecho es una frase adorable. Cherry es casi tan buena como yo usando los medios de comunicación.

 

 

 

Playboy: Sin embargo, el hecho es que nunca te han visto con un amante masculino. ¿Por qué?

Bowie: Oh, Dios, superé ser una reina hace mucho tiempo. Por un tiempo, era más bien un 50-50, y ahora el único momento en que eso me tienta es cuando voy a Japón. Hay tantos niñitos bonitos allá. ¿Niñitos? No tan chicos. Como de 18 o 19. Tienen una maravillosa mentalidad. Todos son unas reinas hasta que alcanzan los 25, entonces de pronto se convierten en samuráis, se casan y tienen miles de niños. Me encanta.

 

 

Playboy: ¿Por qué, en un momento en que nadie más se había atrevido a aludirlo, elegiste explotar la bisexualidad?

Bowie: Diría que Estados Unios me obligó a ello. Alguien me preguntó en una entrevista una vez –creo que fue en 1971– si yo era gay. Dije: “No, soy bisexual”. El 71 fue un gran año estadounidense. El sexo aún era impactante. Todos querían ver a los raros. Había muy poca charla de la bisexualidad o del poder gay antes de que yo apareciera. Cuando me contaron que un culto drag queen se estaba formando alrededor de mí, dije: “Bueno, no trates de explicarlo; nadie se va a molestar en tratar de entenderlo”. Voy a seguir el juego, cualquier cosa que me abra paso. Todos los periódicos escribieron toneladas sobre cuán enfermo estaba yo, cómo estaba ayudando a exterminar el arte verdadero. Al mismo tiempo, ellos agotaban todos los espacios que podían haberle dado a los artistas verdaderos. Eso indica cuánta pretensión irresistible ejercía, que llevaba a tanta gente a escribir sobre qué color de cabello iba a tener yo la siguiente semana. Quiero saber por qué desperdiciaron tanto tiempo y esfuerzo y papel en mi ropa y mi pose. ¿Por qué? Porque era una declaración peligrosa. Lo que siguió de eso, ahora que he decidido hablar un poco más, es: “¿Cómo se atreve a tener ese ego tan extenuante?”. Eso parecía un peligro para algunas personas. Como ser humano, ¿valgo la pena para hablar de eso? Francamente creo que sí, lo valgo. Lo creo con la máxima sinceridad.

 

 

Playboy: ¿Qué hay de las drogas?

Bowie: ¿En qué año estamos? ¿En el 76? Supongo que he estado tocando a la puerta del cielo desde hace 11 años, con uno u otro pasón de algún tipo. El único tipo de drogas que consumo, sin embargo, son las que me dejan trabajar por largos periodos. No he estado involucrado en nada pesado desde 1968. Tuve un coqueteo tonto con la heroína entonces, pero era sólo por el misterio y el enigma de probarla. Nunca la disfruté de verdad. Me gustan las drogas rápidas. Odio las drogas de subidas

y bajones como la marihuana. Odio dormir. Preferiría quedarme despierto, sólo trabajando, todo el tiempo. Me enoja muchísimo que no podamos hacer nada contra el sueño o contra la gripa común.

 

 

Playboy: ¿Cuánto han afectado las drogas a tu música?

Bowie: La música en realidad es sólo una extensión de mí, así que la pregunta realmente es “¿Qué me han hecho las drogas?”. Me han jodido, creo. Me han jodido amablemente y yo he disfrutado mirar cómo se sentía que me jodieran.

 

 

Playboy: Eso no suena como el hombre que fue atrapado en una redada en Nueva York por posesión de ocho onzas de marihuana.

Bowie: El resto aseguró que no era mía. No puedo decir mucho más, pero pertenecía a la gente en el cuarto donde fue la redada. Malditos pachecos. Qué ironía tan espantosa: yo atrapado por hierba. Esa cosa me enferma. No la he tocado en una década.

 

 

Playboy: Sin embargo, en la canción “Station to station”, te refieres a la cocaína…

Bowie: Sí. La línea es “No son los efectos colaterales de la cocaína… Creo que debe ser el amor”. ¿Las estaciones de radio censuraron esa parte con un ruido?

 

 

Playboy: Uno puede inferir fácilmente esa parte como si abogara por el uso de la cocaína. ¿Ése es el mensaje?

Bowie: No tengo ningún mensaje en absoluto. Realmente no tengo nada que decir, ninguna sugerencia ni consejo, nada. Todo lo que hago es sugerir algunas ideas que harán que la gente se detenga un poco más a escuchar. Y más allá de eso, tal vez a ellos se les ocurrirá un mensaje y salvarán mi trabajo. Mi carrera ha sido un poco eso. Me cargan al muerto.

 

 

Playboy: Dices que te gusta trabajar todo el tiempo, pero lanzas sólo un álbum al año. ¿Qué es exactamente lo que haces entre las sesiones de grabación?

Bowie: Escribo canciones y guiones y poemas, pinto, hago electrofotografía, me administro, actúo. Produzco, grabo, en ocasiones voy de gira. Podría darte cinco álbumes nuevos e inéditos de David Bowie ahora. Podría entregártelos simplemente. Tengo un increíble trabajo pendiente. Trabajar, trabajar, trabajar…

 

 

Playboy: ¿Alguna vez tienes problemas para decidir cuál es tu yo real?

Bowie: He aprendido a fluir conmigo. Honestamente no sé dónde está el verdadero David Jones. Es como un juego de la moneda escondida bajo alguna tapa. Sólo que tengo tantas tapas que olvidé cómo se ven las monedas. No lo sabría si la encontrara. Ser famoso pospone los problemas de descubrirme a mí mismo. Lo digo en serio. Ésa es la principal razón por la que soy tan incisivo para ser aceptado, por la que he luchado tanto para usar mi cerebro en algo artístico. Quiero dejar una huella. En mis primeros materiales, lo logré con pretensión pura. Me considero responsable de una nueva escuela de pretensiones, ellos saben quiénes son. ¿O no, Elton? Sólo bromeo. No, no lo hago. ¿Ves lo que digo? Ésa fue una declaración plenamente pretenciosa. Cierta o no, te apuesto a que la publicarás. Muéstrale a alguien una cosa donde se aplique el análisis intelectual o el pensamiento analítico y la gente bostezará. Pero algo que es pretencioso, eso te cautiva. También es la única cosa que impacta. Impacta tanto como lo de Dylan hace 14 años. Tanto como el sexo impactó hace muchos años.

 

 

Playboy: ¿Crees y sostienes todo lo que no has dicho?

Bowie: Todo salvo las frases provocadoras.

 

 

(Fragmento de la edición de Septiembre de 1976. Traducción: Adán Medellín)

 

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Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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